lunes, 17 de enero de 2011

Teoría sobre la felicidad

Porque cuando estamos despiertos
todos somos más cobardes.
In love

Suspiró profundo. Cerró los ojos. Dio el paso.
Pudo entonces ver la sombra caminar despacio. La vio llegar. Era noche y adivinó la voz de luciérnaga. Miró las manos delgadas y hábiles. Asombrado, descubrió el cuello y los hombros. Estiró los dedos tímidos y casi sintió la suavidad del cabello. Enloqueció de celos al pensar en esos nombres hermosos que ella sabía. Sintió ternura y asombro ante la boca-sonrisa. Su corazón agitado se agitó:
(Sintió calor.)
Sin haberla tocado conoció su desnudez: la transparencia de un cuerpo. Senos templados temibles. Roca en erupción los pezones; el vientre de nubes solares, y su sexo patíbulo abismo del universo océano ciclónico poblado de peces tirano de su propio miembro erguido en búsqueda desesperada del Secreto descubriéndolo para volverlo a perder una y otra vez una y otra vez cada vez más fuerte cada vez más dulcemente hasta la explosión donde
elmundosederrumbayrenacedelosojoserradosdelladesuslabiostrémulosdelapalabraconvertidAENG R I T  O   O     O            .        .         .
(Sintió frío.)
Hipnotizado, temblando, dijo con una seguridad que nunca tuvo las palabras más hermosas que se hayan pronunciado. En la obscuridad seguía viéndola, eterna. No tuvo tiempo de saber su nombre. Cuando abrió los ojos sintió el suelo, el dolor, su cráneo abriéndose.

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