jueves, 13 de enero de 2011

¿Y a ti quién te mató, madre? (Fragmentos 8, 9 y 10)

Pocas veces miro hacia arriba, el cielo me importa poco si desde aquí puedo ver tu casa. Cuando la luz de tu cuarto se enciende, ¿hay noche? ¿hay oscuridad o tristeza? Sólo estás tú leyendo o soñando o lo que yo quiera imaginar que haces mientras la luz se derrama sobre tu cuerpo. Lo siento, esto es cursi, sé que no estoy enamorando a una niña idiota, pero quiero convencerme de que esto no está mal, quiero convencerte a ti de que si me miras o me tocas, que si me besas alguna vez nada se quebrará. Decídete a quererme, decídete a aceptar que me quieres.




acostumbrado a las películas donde mujeres de bellas tetas masturban con sus manos de maniquí a las bíblicas vergas de gringos musculosos, sentir unas manos grandes rodeándole el pene, al principio, le provocó un poco de miedo. aunque, ciertamente, la vez que una mujer le hizo una chaqueta, la experiencia le dio risa y, si se vino, fue sólo porque, en ese entonces, venirse no era una tarea complicada. prefirió el miedo a la risa. su primer amor había sido un chico retraído que vivía cerca de casa, y aunque nunca tuvo alguna relación con él, le sirvió para fijarse un modelo de amante.
él sabía bien de la reacción de su madre al ver hombres con el cabello largo o con algún tipo de arete, no importaba si eran homosexuales o no; la señora podía maldecir y blasfemaba. para su sorpresa, cuando Consuelo lo descubrió desnudo con un amigo en su cuarto, sólo pareció oírse un discúlpenme al cerrarse la puerta



¡¡ATOLE CON PIQUETE!! Anciano borracho es atropellado y en su trayecto mortal destruye un carrito de atoles.




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