lunes, 21 de noviembre de 2011

Monólogo interior, tu interior

Aquí estoy, con el pedazo de cielo que me ancla a la cama. Estoy atado a no sé qué. Tengo sed y tengo que beber agua, aunque sea agua estancada, aunque esté hecho de terrones y el agua me deshaga, no importa, tengo sed. Tener sed es mirarte las piernas. Tener sed es probar el sabor de tus pezones. Tener sed es cualquier cosa que tenga que ver con mi sexo apuntándote. Y no te intimidas. Te he dicho que quiero hacerte pedazos y no te intimidas. Te penetro con toda la fuerza del odio de Dios, de su rechazo, con todo ese poder que ha destruido ciudades y no te intimidas, porque sabes que la victoria es tuya, que mis fuerzas se terminan, que mi destino es la flaccidez, que siempre termino entre tus piernas indefenso, avergonzado de mi caducidad, de mi amor con cronómetro. Mujer, la victoria es tuya. Y sé que la sed no la vas a saciar tú. Pero tengo sed y eres bellísimo abrevadero para morir deshidratado.

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